Cinco plumas, un mismo fuego: escribir y defender lo escrito
ONDA y UED rinden homenaje a grandes escritores y abren debate urgente sobre derechos de autor
No hubo alfombra roja, pero sí aplausos largos, miradas cómplices y palabras que pesan. El jueves 17 de julio, en la sala Aída Cartagena Portalatín de la Biblioteca Nacional, la ONDA (Oficina Nacional de Derecho de Autor) y la UED (Unión de Escritores Dominicanos) se unieron para hacer algo tan necesario como justo: reconocer a quienes escriben y, a la vez, proteger lo que escriben.

Lisette Vega, Odalís Pérez, Mateo Morrison, Euselandia Alcántara Sánchez y Antoliano Peralta recibieron placas de reconocimiento por su trayectoria, su aporte a las letras y su constancia. Un homenaje más que merecido. Pero el evento no fue solo celebración. También fue advertencia.
José R. Gonell Cosme, director de la ONDA, fue directo: “El derecho de autor no es un lujo legal, es una necesidad. Si tú no registras tu obra, otro puede adueñarse de ella. Así de simple. Así de brutal.”
Y para los que aún creen que eso es paranoia, Gonell soltó una imagen que dejó pensando a todos: “No registrar una obra es como no reconocer a un hijo. Si mañana se convierte en pelotero estrella, ¿quién se lleva el crédito?”
Avelino Stanley, presidente de la UED, también fue contundente. “Hay demasiada ignorancia sobre este tema. No solo entre escritores. Incluso muchos editores no saben qué implica respetar los derechos de autor.”
La jornada incluyó un conversatorio moderado por Lucía Castillo y Wilkis Santana, ambos abogados de la ONDA, que abordaron temas que preocupan y mucho: plagio, piratería, derechos digitales, legislación nacional e internacional. Todo eso con preguntas reales de un público que, por una vez, no solo escuchó, sino que preguntó con hambre de saber.
Se habló del mercado digital y sus vacíos legales, de las plataformas que publican sin contrato, de autores que firman sin leer —y de cómo empezar a cambiar eso.
La ONDA, desde 2020, ha lanzado campañas educativas, apoyadas por el Gobierno, para llevar este conocimiento a más escritores, artistas y creativos. Porque la creatividad sin protección, en este mundo hiperconectado, está siempre en riesgo.
El cierre no fue protocolar, fue crudo y claro. “Escribir es hermoso. Pero también es trabajo. Y el trabajo se paga, se respeta y se protege”, dijo una asistente desde el público. Silencio. Aplausos. Y luego, el murmullo inevitable de quienes entendieron que crear sin saber defender lo creado ya no es opción.