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¿De quién son las ideas? El Sur global desafía las reglas del juego en derechos de autor

Entre tratados polémicos y promesas incumplidas, los países en desarrollo reclaman equilibrio y acceso justo al conocimiento.

Cuando se habla de derechos de autor, la imaginación suele volar hacia autores consagrados, libros emblemáticos o canciones que marcaron generaciones. Pero en las oficinas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), el asunto toma una dimensión menos romántica y mucho más estratégica: se trata de reglas, de tratados, de intereses geopolíticos y —cada vez más— de una creciente tensión entre quienes han dictado históricamente las normas y quienes hoy buscan reescribirlas.

La 46ª sesión del Comité Permanente de Derecho de Autor y Derechos Conexos (SCCR) dejó en evidencia una vez más que el campo de batalla está claramente trazado: de un lado, los países desarrollados defendiendo sus modelos; del otro, los países del Sur global exigiendo que las normas internacionales también respondan a sus realidades. Y en el centro del ring, temas tan sensibles como la radiodifusión, la inteligencia artificial, las bibliotecas y los derechos de los creadores.

Tratado de radiodifusión: ¿proteger señales o blindar mercados?

Uno de los puntos más tensos fue la eterna discusión sobre un tratado para proteger a los organismos de radiodifusión. ¿La meta? Según los países desarrollados, combatir la piratería digital. ¿El problema? La amplitud de los derechos que se quieren conceder podría, en palabras del Grupo Africano, “poner en jaque el acceso a la información y al conocimiento” en los países en desarrollo.

El debate no es nuevo, pero esta vez tuvo matices relevantes. Estados Unidos, lejos de alinearse con la postura maximalista de la Unión Europea, propuso un enfoque más limitado. Brasil, por su parte, se mostró tajante: si no hay avance en limitaciones y excepciones (L&E), no hay apoyo para el tratado. Y aquí entramos a otro terreno espinoso.

Limitaciones y excepciones: la deuda pendiente del sistema

Hablar de L&E es hablar de bibliotecas, archivos, educación e inclusión. Es el punto donde los países del Sur hacen oír su voz con más fuerza: ¿cómo hablar de acceso al conocimiento en la era digital sin reglas que lo permitan legalmente? Desde 2012, la OMPI tiene el mandato de avanzar en un instrumento internacional en este tema. Pero los países desarrollados insisten en no ir más allá de recomendaciones y guías.

“Es hora de dejar de prometer y empezar a cumplir”, pareció decir Brasil al pedir una hoja de ruta concreta. El Grupo Africano fue más lejos: sin L&E no habrá tratado de radiodifusión. El mensaje es claro: no se puede seguir legislando para proteger derechos sin al mismo tiempo garantizar el acceso.

IA y derechos digitales: una discusión que no puede esperar

La irrupción de la inteligencia artificial generativa reconfiguró el tablero, pero algunos actores aún no parecen notarlo. Mientras el GRULAC y el Grupo Asia-Pacífico impulsan la inclusión permanente del tema en la agenda, los países del Norte parecen cómodos posponiendo decisiones, con el argumento de que hay “otros temas más urgentes”.

Sin embargo, los impactos ya son tangibles. Plataformas que entrenan algoritmos con obras protegidas, creadores que no ven un centavo y normas inexistentes que dejan en el limbo legal a millones. ¿Es esto sostenible? La sociedad civil lo duda, y el Sur global exige respuestas.

Derechos culturales, equidad y la batalla por las ideas

Más allá de los tratados técnicos, lo que se juega en estas sesiones es una cuestión profundamente política: ¿quién decide qué es propiedad intelectual y bajo qué condiciones? ¿A quién benefician las normas actuales y quién queda fuera?

Estudios sobre el derecho de préstamo público, propuestas para proteger a los directores de teatro o a los artistas audiovisuales, y el creciente interés por los derechos de reventa son piezas de un rompecabezas mayor: cómo construir un sistema que reconozca la diversidad cultural, las asimetrías económicas y las nuevas formas de creación.

¿Y ahora qué?

Al cierre de la SCCR/46, lo único claro es que el consenso sigue siendo escurridizo. El Presidente propuso avanzar mediante facilitaciones, y todos los ojos están puestos en la próxima sesión, la SCCR/47. Pero mientras tanto, la tensión persiste.

El Sur global no solo pide voz, exige una reconfiguración del tablero. Porque en un mundo interconectado, donde la cultura circula en bytes y la IA amenaza con devorar la autoría, la pregunta ya no es solo de quién son las ideas, sino quién tiene derecho a usarlas, transformarlas y compartirlas.

Y esa respuesta, parece, no puede seguir viniendo solo del Norte.

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