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La Economía Cultural: Un Pilar Emergente en el Desarrollo de la República Dominicana

En un contexto global donde la creatividad y la cultura se consolidan como motores de desarrollo económico, la República Dominicana podría un paso trascendental si finalmente concretiza la creación de su Cuenta Satélite de Cultura (CSC). Este proyecto, una iniciativa conjunta del Ministerio de Cultura y el Banco Central de la República Dominicana, marca un hito al ofrecer un análisis exhaustivo del impacto económico de las actividades culturales en el país. Pero ¿qué significa esto para una nación cuyo legado cultural es tan rico como diverso? Más allá de los números, la CSC redefine la cultura como un actor clave en la economía dominicana, con implicaciones profundas para el diseño de políticas públicas y la sostenibilidad de las industrias creativas.

El surgimiento de una herramienta transformadora

La CSC, concebida siguiendo estándares internacionales como el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN 2008) y el Marco de Estadísticas Culturales (MEC 2009) de la UNESCO, es una herramienta diseñada para medir la contribución económica del sector cultural. Por primera vez, la República Dominicana emprendió esta iniciativa con un sistema que no solo visibiliza la producción de bienes y servicios culturales, sino que también cuantifica su impacto en el Producto Interno Bruto (PIB) y el empleo.

Este logro no es fortuito. Desde 2013, cuando se firmó un convenio interinstitucional entre el Ministerio de Cultura y el Banco Central, un equipo multidisciplinario de economistas, técnicos y expertos en cultura ha trabajado meticulosamente para construir una base estadística sólida. Esta labor ha contado con la colaboración de organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

La primera gran aportación de la CSC se sitúa en el análisis del gasto cultural entre 2010 y 2014, un periodo en el que la inversión en cultura aumentó significativamente, pasando de RD$30,655.4 millones a RD$41,265.6 millones, representando el 1.5% del PIB en 2010. Estos datos, aunque técnicos en esencia, tienen implicaciones humanas y sociales profundas: reflejan cómo el consumo y la producción cultural están intrínsecamente ligados a la calidad de vida, la identidad nacional y el desarrollo económico.

El consumo cultural y su impacto económico

Una de las piedras angulares de este esfuerzo fue la Encuesta Nacional de Consumo Cultural (ENCC-RD 2014), que permitió analizar cómo los hogares dominicanos gastan en bienes y servicios culturales. Este análisis mostró un panorama diverso: desde el gasto en entradas a espectáculos y conciertos, hasta la compra de libros, música y artesanías. Los resultados también evidenciaron un cambio en los patrones de consumo, impulsado por la digitalización y las nuevas tecnologías, que han democratizado el acceso a ciertos bienes culturales.

El informe reveló que el sector privado, compuesto por hogares y empresas, representó el 86.9% del gasto cultural en 2010, dejando al sector público con un 13.1%. Este dato no solo subraya la importancia del mercado cultural en la economía, sino que también plantea preguntas sobre el papel del gobierno en fomentar y facilitar el acceso equitativo a la cultura.

Pero el impacto económico de la cultura no se limita al consumo. Según la ENCC-RD, las actividades culturales generaron empleo para más de 468,324 personas en 2014, representando el 12.5% del empleo total en el país. Este dato ilustra cómo las industrias creativas no solo contribuyen a la identidad cultural, sino que también son un motor de generación de empleo y oportunidades económicas.

Cultura y política pública: Un binomio indispensable

Más allá de los números, la CSC ofrece una oportunidad para repensar el rol de la cultura en el diseño de políticas públicas. Tradicionalmente, la cultura ha sido percibida como un ámbito marginal en comparación con sectores como la agricultura, la industria o el turismo. Sin embargo, el informe del 2016 demuestra que la cultura es un activo estratégico para el desarrollo sostenible, capaz de generar ingresos, empleo y cohesión social.

La implementación de la CSC también pone de relieve la necesidad de integrar la cultura en el marco central de las cuentas nacionales. Esto no solo facilitará un análisis más preciso de su impacto económico, sino que también garantizará que las decisiones políticas sean informadas y estén basadas en datos confiables. Por ejemplo, la información proporcionada por la CSC puede ser utilizada para identificar áreas de inversión prioritaria, como la conservación del patrimonio cultural, la promoción de las artes escénicas y la digitalización del sector audiovisual.

Además, la CSC resalta la importancia de la cooperación internacional. Durante su desarrollo, la República Dominicana se benefició de la experiencia de países como Colombia, México y España, que han liderado la implementación de cuentas satélite de cultura en sus regiones. Estas colaboraciones no solo aportaron conocimientos técnicos, sino que también posicionaron al país como un actor comprometido con los estándares internacionales en la medición de la cultura.

El futuro de la economía cultural en la República Dominicana

El informe del 2016 no es fue punto final, sino que se percibió como un punto de partida. En los años siguientes, la CSC debió enfrentar varios desafíos, entre ellos, la actualización de datos, la incorporación de sectores emergentes como los videojuegos y las plataformas digitales, y el fortalecimiento de las capacidades locales para gestionar y analizar esta información. Lo que no se ha hecho.

Sin embargo, los beneficios potenciales son inmensos. La CSC puede convertirse en una herramienta clave para fomentar el desarrollo de las industrias culturales y creativas, que incluyen desde el cine y la música, hasta las artesanías y el diseño. Estas industrias no solo tienen el potencial de diversificar la economía dominicana, sino que también pueden contribuir a su competitividad global.

Además, la CSC tiene un papel crucial en la promoción de la inclusión social y la equidad cultural. Al medir el acceso y consumo de bienes culturales, el gobierno puede identificar brechas y diseñar políticas que garanticen que todos los dominicanos, independientemente de su origen socioeconómico, tengan acceso a las riquezas culturales del país.

Un legado cultural para el desarrollo sostenible

En última instancia, la CSC es mucho más que un instrumento económico; es una declaración de principios sobre el lugar de la cultura en la sociedad dominicana. En un mundo donde la cultura a menudo se ve eclipsada por consideraciones económicas, la República Dominicana ha demostrado que la cultura no solo tiene valor en sí misma, sino que también es una fuerza transformadora para el desarrollo económico y social.

El desafío ahora es seguir impulsando el CSC y convertir sus datos en acción. Desde el fortalecimiento de la educación artística en las escuelas, hasta la creación de incentivos fiscales para las industrias creativas, hay un camino claro hacia un futuro donde la cultura sea tanto un derecho como una oportunidad económica.

El primer informe de resultados de la CSC nos recuerda que la cultura es, en palabras de la UNESCO, “el corazón de un desarrollo sostenible”. Y en ese corazón, la República Dominicana tiene una fuente inagotable de riqueza y resiliencia, lista para ser valorada, cultivada y compartida con el mundo.

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